viernes, 19 de noviembre de 2010

CULTURA Y PRACTICA


Los seres humanos a diferencia de los animales se organizan en sociedades que con el tiempo van transformando de acuerdo al espacio y el lugar donde se desenvuelven, nos identificamos de acuerdo al color de la piel, el color del cabello, etc. Tenemos por cultura reagruparnos y formarnos por familias que la  identificamos por un apellido.

Las prácticas culturales a través del tiempo han ido organizando el intercambio de ideas, normas y medios con las que nos hemos ido desarrollando, muchas de estas prácticas han sido transformadas o desaparecido en el tiempo por la fusión de razas o pueblos.

En nuestro pueblo, por ejemplo, la cultura y práctica de rendir culto y respeto por nuestros seres queridos idos a destiempo se desvanece, las luces de los candiles en las esquina del hogar se han apagado, el novenario donde los allegados se apersonaban a demostrar solidaridad y dolor por el fenecido ha mermado; se ha reducido ver en un mortuorio las mesas de juego de brica, dominó y cacino, han cambiado por la frialdad y la falta de respeto por la persona fallecida.

Tenemos prácticas culturales que debemos conservar, estas prácticas mantienen el sentido de solidaridad, acercamiento y respeto por la familia; el culto rendido no es por el muerto en si, es realmente por los vivos, la familia que esta sumida en el dolor a la que debemos hacer acto de presencia para demostrar que fue un ser humano el que se ha marchado para siempre, y es en ese momento en que los seres humanos demuestran que queda algo de sentimiento en su adentro.

Estamos rindiendo culto la apaticidad de la sociedad, el apellido de una persona era su carta de ruta cuando visitaba cualquier pueblo lejano y si se identificaba como hijo de Lorenzo Matos, por ejemplo, recibía todo el respeto y admiración de las personas de ese pueblo, porque Lorenzo Matos era un hombre serio por todos conocidos y una ofensa al hijo era una ofensa al padre y a la familia; Cuando un individuo se identificaba, le daba mas entonación al apellido porque sentía orgullo de su familia a la que pertenecía. El hijo se cuidaba de cometer un error para no manchar a la familia y de eso había que cuidarse.

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