lunes, 25 de mayo de 2015

La Mujer

Juan Bosch
La carretera está muerta. Nadie ni nada la resucitará. Larga, infinitamente larga, ni en la piel gris se le ve vida. El sol la mató; el sol de acero, de tan candente al rojo, un rojo que se hizo blanco. Tornose luego transparente el acero blanco, y sigue ahí, sobre el lomo de la carretera.
Debe hacer muchos siglos de su muerte. La desenterraron hombres con picos y palas. Cantaban y picaban; algunos había, sin embargo, que ni cantaban ni picaban. Fue muy largo todo aquello. Se veía que venían de lejos: sudaban, hedían. De tarde el acero blanco se volvía rojo; entonces en los ojos de los hombres que desenterraban la carretera se agitaba una hoguera pequeñita, detrás de las pupilas.
La muerta atravesaba sabanas y lomas y los vientos traían polvo sobre ella. Después aquel polvo murió también y se posó en la piel gris.
A los lados hay arbustos espinosos. Muchas veces la vista se enferma de tanta amplitud. Pero las planicies están peladas. Pajonales, a distancia. Tal vez aves rapaces coronen cactos. Y los cactos están allá, más lejos, embutidos en el acero blanco.
También hay bohíos, casi todos bajos y hechos con barro. Algunos están pintados de blanco y no se ven bajo el sol. Sólo se destaca el techo grueso, seco, ansioso de quemarse día a día. Las cañas dieron esas techumbres por las que nunca rueda agua.
La carretera muerta, totalmente muerta, está ahí, desenterrada, gris. La mujer se veía, primero, como un punto negro, después, como una piedra que hubieran dejado sobre la momia larga. Estaba allí tirada sin que la brisa le moviera los harapos. No la quemaba el sol; tan sólo sentía dolor por los gritos del niño. El niño era de bronce, pequeñín, con los ojos llenos de luz, y se agarraba a la madre tratando de tirar de ella con sus manecitas. Pronto iba la carretera a quemar el cuerpo, las rodillas por lo menos, de aquella criatura desnuda y gritona.
La casa estaba allí cerca, pero no podía verse.
A medida que se avanzaba crecía aquello que parecía una piedra tirada en medio de la gran carretera muerta. Crecía, y Quico se dijo: "Un becerro, sin duda, estropeado por un auto".
Tendió la vista: la planicie, la sabana. Una colina lejana, con pajonales, como si fuera esa colina sólo un montoncito de arena apilada por los vientos. El cauce de un río; las fauces secas de la tierra que tuvo agua mil años antes de hoy. Se resquebrajaba la planicie dorada bajo el pesado acero transparente. Y los cactos, los cactos coronados de aves rapaces.
Más cerca ya, Quico vio que era persona. Oyó distintamente los gritos del niño.
El marido le había pegado. Por la única habitación del bohío, caliente como horno, la persiguió, tirándole de los cabellos y machacándole la cabeza a puñetazos.
-¡Hija de mala madre! ¡Hija de mala madre! ¡Te voy a matar como a una perra, desvergonsá!
-Pero si nadie pasó, Chepe: nadie pasó -quería ella explicar.
-¿Que no? ¡Ahora verás!
Y volvía a golpearla.
El niño se agarraba a las piernas de su papá, no sabía hablar aún y pretendía evitarlo. Él veía la mujer sangrando por la nariz. La sangre no le daba miedo, no, solamente deseos de llorar, de gritar mucho. De seguro mamá moriría si seguía sangrando.
Todo fue porque la mujer no vendió la leche de cabra, como él se lo mandara; al volver de las lomas, cuatro días después, no halló el dinero. Ella contó que se había cortado la leche; la verdad es que la bebió el niño. Prefirió no tener unas monedas a que la criatura sufriera hambre tanto tiempo.
Le dijo después que se marchara con su hijo:
-¡Te mataré si vuelves a esta casa!
La mujer estaba tirada en el piso de tierra; sangraba mucho y nada oía. Chepe, frenético, la arrastró hasta la carretera. Y se quedó allí, como muerta, sobre el lomo de la gran momia.
Quico tenía agua para dos días más de camino, pero la gastó en rociar la frente de la mujer. La llevó hasta el bohío, dándole el brazo, y pensó en romper su camisa listada para limpiarla de sangre. Chepe entró por el patio.
-¡Te dije que no quería verte má aquí, condená!
Parece que no había visto al extraño. Aquel acero blanco, transparente, le había vuelto fiera, de seguro. El pelo era estopa y las córneas estaban rojas.
Quico le llamó la atención; pero él, medio loco, amenazó de nuevo a su víctima. Iba a pegarle ya. Entonces fue cuando se entabló la lucha entre los dos hombres.
El niño pequeñín comenzó a gritar otra vez; ahora se envolvía en la falda de su mamá.
La lucha era como una canción silenciosa. No decían palabra. Sólo se oían los gritos del muchacho y las pisadas violentas.
La mujer vio cómo Quico ahogaba a Chepe: tenía los dedos engarfiados en el pescuezo de su marido. Éste comenzó por cerrar los ojos; abría la boca y le subía la sangre al rostro.
Ella no supo qué sucedió, pero cerca, junto a la puerta, estaba la piedra; una piedra como lava, rugosa, casi negra, pesada. Sintió que le nacía una fuerza brutal. La alzó. Sonó seco el golpe. Quico soltó el pescuezo del otro, luego dobló las rodillas, después abrió los brazos con amplitud y cayó de espaldas, sin quejarse, sin hacer un esfuerzo.
La tierra del piso absorbía aquella sangre tan roja, tan abundante. Chepe veía la luz brillar en ella.
La mujer tenía las manos crispadas sobre la cara, todo el pelo suelto y los ojos pugnando por saltar. Corrió. Sentía flojedad en las coyunturas. Quería ver si alguien venía. Pero sobre la gran carretera muerta, totalmente muerta, sólo estaba el sol que la mató. Allá, al final de la planicie, la colina de arenas que amontonaron los vientos. Y cactos embutidos en el acero.

lunes, 18 de mayo de 2015

Por José Gómez Nin

¡UN AMOR VIEJO NO SE OLVIDA...!.

Pero si está llegando el gris del tiempo y aún no te encuentro, sabiendo incluso donde te escondes; en habitaciones lúgubres de mosquiteros oscuros que ocultan recuerdos hermosos y lágrimas de bondad; pinturas que se descascaran rebeldes en un aposento alto de un techo sin tragaluz...
¡Oh, vuelve a mí, prisionera del destino y de la sociedad que creó los matrimonios!, que acompañada sientes la soledad por la ausencia de los besos, allá, debajo de aquel cerezo, con tu sensual castidad; castidad que hoy mantienes, me castiga y me sostiene solo en los sueños en cierne, caminando aquel poblado, de las manos agarrados por nuestros lares nativos, matando el maldito olvido que asecha y que nos sigue hasta el rancho, donde rauda y veloz de amor, ya en el trasiego, el traspatio, te refugias en mis brazos...

martes, 12 de mayo de 2015

¿SABES QUÉ ES LA PARÁLISIS DEL SUEÑO?

En el breve período de parálisis, el cual dura sólo unos minutos, la persona se despierta y es plenamente consciente de sí misma y de su entorno, pero sus músculos permanecen en estado latente. Por lo tanto, es incapaz de moverse. A pesar de que causa una sensación angustiosa, el problema no deja secuelas y es bastante común. Acerca del 7,6% de los encuestados dijeron que lo habían experimentado al menos una vez en la vida. Entre los estudiantes, el porcentaje de casos notificados aumenta al 28,3%.

“TAN SOLO CINCO MINUTICOS”: La parálisis del sueño afortunadamente poco, sin embargo es lo suficiente como para causar alucinaciones nerviosas y crear pánico en la persona.

La parálisis puede ser un síntoma de un trastorno del sueño como la narcolepsia, pero no necesariamente lo mismo  (cualquier persona podría llegar a experimentar la parálisis del sueño). La falta de sueño, el estrés y la fatiga aumentan las posibilidades. Las estadísticas muestran que sucede con mayor frecuencia en aquellos que sufren de ansiedad y estrés post-traumático.

Cuando una persona se duerme, el cerebro apaga algunas de las funciones motoras. Es por ello que, durante los sueños, el cuerpo no se mueve en la vida real. A veces este mecanismo falla, y ahí es donde viene el sonambulismo. En la parálisis, el cerebro se despierta, pero a las funciones motoras les toma cierto tiempo para despertarse.

Incluso con todos los sentidos activos, la persona podría quedarse totalmente paralizada; por lo tanto no puede hablar ni abrir los ojos. Pero lo peor, es que en algunos casos, produce la extraña sensación de no estar solo. Es bastante común llegar a experimentar la sensación de una presencia amenazante. Al tener esta alucinación, las personas que creen en lo sobrenatural, afirman haber visto a seres irreales como demonios o alienígenas.

La duración promedio de un episodio de parálisis del sueño es de cuatro minutos, lo que sucede después, es que la función motora vuelve a su funcionamiento normal. A no ser que alguien le despierte, la única manera de "despertar", finalmente es esperar que el cuerpo despierte los músculos para responder por sí solo.

No hay necesidad de temer a los demonios de la noche o a los alienígenas. Si tienes parálisis de sueño ocasionales, puedes tomar medidas en casa para controlar este trastorno. Comienza por asegurarte de dormir lo suficiente. Haz lo que puedas para aliviar el estrés en tu vida; especialmente justo antes de acostarte. Prueba nuevas posiciones para dormir si duermes boca arriba. Y asegúrate de consultar al  médico si la parálisis de sueño se convierte en algo muy rutinario.

Aunque podría sonar muy fácil de decir, lo único que se puede hacer en el momento es tratar de mantener la calma, tratar de recordar que es un episodio que no nos robará mucho tiempo, y ser consciente que es un momento que no será eterno, que no estás loco, que no te encuentras en una película de terror, que nadie más está a tu lado, a menos que compartas la cama o la habitación con alguien, y que es un episodio que pronto va a pasar (así esos cuatro o cinco minutos te parezcan eternos).

miércoles, 6 de mayo de 2015

SENTIDA NOTA LUTUOSA


Ha fallecido en el Municipio de Jaquimeyes el señor Milquiades Novas, sus restos están siendo velados en ese municipio, sera sepultado en horas de la tarde del día de hoy.

lunes, 4 de mayo de 2015

RESALTAR LO NUESTRO

La noche del sábado 2 de mayo disfrutamos de una excelente y exquisita presentación musical con nuestro Sergio Amaury Rodriguez Matos, cariñosamente Ultimo para la gente de su pueblo, aquí estuvimos celebrando los cincuenta años de Angelo Matos, dueño del acogedor Bar Parada 77, un centro seguro, relajante música, un publico respetuoso y selecto para todo el que quiera ir a disfrutar de un buen momento con amigos o familiares.

A las nueve de la noche, Sergio Rodriguez inicio con un repertorio de merengues, salsa y baladas, donde el publico disfruto a plenitud cantando junto al artista.

Gran parte de nuestros pueblos adolecen del principio de solidaridad y de no resaltar sus valores, sin entender que cuando una figura, un lugar de recreo o valores artísticos toman notoriedad, quien se beneficia es el pueblo, es el pueblo primero de donde surge esta figura o arte especifico.

Muchos equivocados creen que los aportes son figuras tangibles, que puedan ver, tocar o aportar beneficios individuales; existe un beneficio que se proyecta y se multiplica, el beneficio de proyectar nuestros valores no tiene precio, es un aporte diplomático que resalta el origen, el origen donde se creo esa figura exclusiva.

Sergio Rodriguez, nuestro Ultimo, con una voz suave y relajante, es uno de nuestros valores que
comparte el canto con su profesión de ingeniería, es una responsabilidad social de nuestro gobierno municipal resaltar nuestros activos, en el ámbito cultural, profesional y familiar, de estos valores a nuestra comunidad produce muy buenos beneficios, desde la perspectiva que se quiera valorar.

Resulta frustrante para alguien que tenga un poquito de raciocinio, observar la poca afluencia de gente de su pueblo apoyando presentación alguna de este artista y hermano nuestro, artista que siempre esta dispuesto a colaborar en lo necesario que beneficie a su querido Jaquimeyes.

"No solo de pan vive el hombre", dijo nuestro gran maestro, de igual forma tenemos a Parada 77, un Bar ubicado en una zona exclusiva de la capital dominicana, su dueño Angelo Matos, nacido y criado en Jaquimeyes, hombre que ha surgido desde las mismas cenizas de todos nosotros, un ejemplo para nuestros jóvenes, demostrando que con seriedad, dignidad y respeto se pueden lograr los sueños.

Nuestra comunidad y nuestro gobierno municipal, no han demostrado que nuestros emprendedores son el talento de una sociedad que quiere progresar, talentos que han venido rompiendo los obstáculos del sistema, y que son ejemplos para los demás.