miércoles, 26 de agosto de 2015

LO QUE PASO AQUELLA MADRUGADA

La casa era de tabla, cobijada de hojas de palmera, una pared de la misma madera dividía la sala de la única habitación; en la habitación el espacio entre camas era la pared que las separaba, desde los padres y demás hijos dormían allí.

El era el penúltimo de los doce hijos, inquieto, decidido y empeñado en producir sus propios recursos lejos del trabajo de producción agrícola.

Su padre escuchó entre sueños un suave ruido, pero no se levantó, pensó que era algún ratón que se deslizaba entre la cobija de la casa, pero la curiosidad no lo dejaba volver a dormir, se levanto a chequear, percatándose que faltaba unos de sus hijos, aunque adulto, pero la responsabilidad de padre jamas acaba.

Despertó a su mujer y salieron rumbo a donde su intuición lo dirigía, a una de su propiedad cercana a las plantaciones de caña del ingenio, al acercarse a los callejones que servían de camino y separaban las propiedades, sintió unos pasos que se acercaban, agarró a su mujer y se echaron a un lado del camino; cuando la persona de los pasos se hizo mas visible se dieron cuenta que era el hijo, pero que no venia solo, le acompañaba un paquete de caña que cargaba sobre su hombro.

Dejaron que pasara tranquilamente, siguiendo sus pasos que se dirigía directo a su casa, al llegar a su hogar el hijo puso el paquete de caña en un rincón y se dirigió tranquilamente a su cama, luego de acostarse también sus padres lo hicieron.

Al otro día, como de costumbre, todos se levantaron temprano, su mujer como siempre y antes de preparar el desayuno colaba el café, su marido con un jarro tomando su humeante bebida llama al hijo y le pregunta que donde estaba él en la madrugada, el hijo se quedo estupefacto por la pregunta, contestándole que acostado en su cama, el miro a su mujer, quien siguió tranquila haciendo su tarea.

El padre le hecho el brazo sobre el hombre y caminaron hacia el rincón donde descansaba el paquete de caña aún con sus raíces, enseñándole lo que había traído sobre sus hombros; el hijo muy extrañado negó rotundamente que el había hecho eso, solo recordaba que se había acostado temprano en la noche y despertado temprano en la mañana