miércoles, 17 de noviembre de 2010

ADIOS, JUANA ELISA LOPEZ

Lloro en silencio tu partida, y en lo mas profundo de mi se que aprenderé a vivir tu ausencia, pero no me acostumbraré a dejar de percibir el dulce sonido de tu voz.

Rebuscaré dentro de mis espacios las tardes donde iba a disfrutar del café y de tu presencia amena y sincera, donde resaltábamos los recuerdos del pasado vivido y que muchas veces sentí la suspensión del tiempo, aquellos tiempo donde la edad no pasa nunca.

Contigo aprendí a desvanecer los tiempos difíciles con una sonrisa al momento, a perseverar en la espera de algún proyecto desvivido, a revivir la esperanza de alguna dificultad sin horizonte.

Fuiste la guía que encauzó el camino donde mis pasos marcaron las huellas con tu nombre; siempre que estaba a tu lado sentía el afecto de esa madre que buscaba sobre el espacio abierto proteger el infante nacido fuera de su vientre.

Recuerdo cada navidad donde nunca faltó aquellas manzanas y golosinas para llenar mi infancia y mi espíritu, de esperanza y regocijo, gracias a ti pude sentir la benevolencia de los Reyes Magos, en cada enero cuando me sorprendía al recibir el juguete soñado.

Me enseñaste a callar antes de ofender, porque sabias que podrían dejar huellas que marcan toda una vida,  como jamás escuche salir de tu boca palabras descompuestas, el que te conoció resaltaba tu humildad, humanidad y respeto.

Tu imagen y espíritu vivirán en mi por siempre.

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