miércoles, 20 de octubre de 2010

EL JAQUIMEYES DE ANTAÑO- ''El Viento Sopla por el Sur Profundo...''. 2 de 3‏

Por José Gomez Nin (Papito)

‘’El misterioso sonido de la sirena de ambulancia nos avisa que ‘’Adrián’’ lleva otra cruz de su familia. Era de los pocos sobrevivientes de una distinguida estirpe provinciana, seria y laboriosa. El segundo en morir fue su padre ‘’Machocha’’ Matos, quien padeció mucho tiempo en su cama antes de marcharse para siempre. La última vez que lo vi con vida fue montado en su mula, cuando salía a supervisar el riego de la caña. Dirigía su mirada a la ventana norte de nuestra casa buscando la carita de Mary, mi pequeña hermana, a quien el enfermo señor le prodigaba cariño. ‘’Mary’’, ‘’Mary’’…!, saludaba, mientras se alejaba sonriente. Los rezos del cabeza de familia casi coinciden con los de su esposa Emma Féliz, hija de Estanislao Féliz. Ella era hermana de Cigua y de Clarita, la esposa de Pacuña. También de Licila, esta última, una de las esposas de Miguel Suero, alias ‘’Gracioso’’, quien junto con ‘’Malego’’, hacían el transporte desde Barahona hasta Vicente Noble, en unas guaguas con pisos de madera y unos cambios de transmisión, cuyo rugir era de lento despertar. Ella era una señora alta y de fuerte contextura, de buena presencia, y su aspecto delicado y actitudes correctas, delataban su clase. La pareja procreó a los todavía hoy sobrevivientes ‘’Cheché’’, Lilliana y Nuris. La cadena de muertes prosiguió con Isidro, supuestamente envenenado con algo que accidentalmente ingirió, luego ‘’Quica’’, Dany, ‘’Cuca’’ y finalmente Adrián, quien contemplaba con asombro una extinción inusitada.
Las damas de la familia Matos Féliz eran hermosas, se fueron a destiempo, cuando apenas comenzaba a despuntar la primavera. Se las llevó el viento, esa brisa sureña que se burla del tiempo sin misericordia. La misma que traspasa los límites fronterizos por los caminos de Neiba hasta Jimaní, allende, pasando por el río Soliette-Blanco, mitad haitiano, mitad dominicano, que como león durmiente se reincorpora y junto con la lluvia incesante, después de largos años de sequía, se une al sonido misterioso de esas montañas que nos hablan al través de sus cuevas y hendijas montunas, de improductividad, de lugares salados, infectados de iguanas y animales fabulosos que emiten su grito, pregonando tristeza, desolación y espanto…’’.

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