lunes, 31 de enero de 2011

Mujer Sureña… Mujer de Guerra.

Por Vicdali Melgen

La mujer sureña tiene cuerpo de campo de batallas, es una mezcla de reina y soberana por su figura, que ondea el pelo ensortijado y exhibe su belleza transitando bajo las enseñanzas del ser supremo. Sus labios carnosos y su piel tostada despliegan un sin fin de palabras, haciendo brillar sus ojos en simples miradas.

De una infancia extenuada por la vida compartida entre los quehaceres impropios, pero ineludible de la niñez y la ingenuidad típica de sus años. Es aquella que juega a ser madre y cuando acontece, la convierte en una perfecta mujer llena en su interior de belleza, que con tanto amor y delicadeza le permite llevar en el vientre una nueva vida, felizmente acompañada o felizmente solitaria, con la ilusión de que solo los mejores genes pueda heredar.

Lleva las cicatrices su figura maternal de ese último beso que despide a los hijos que se van, aquellos a quienes vistieron, perfumaron, educaron y que al partir le queda el alma como mina detonada.

También lleva en el cuerpo los surcos de su disciplina, en la búsqueda de permanentes retos, sobretodos aquellos que le estuvieron vedados para su género, mostrando valor, entereza y solidaridad al aceptar involucrarse en el sector productivo.

Sureña es la mujer que se levanta antes que alba y protagoniza con determinación y coraje la tarea cotidiana, cantando cuando trabaja en el campo y en la ciudad, en la pobreza y en la abundancia, en la salud y en la enfermedad... son a pesar de la existencia de mayores calamidades, sinceras, gentiles y entregadas.

Es compañera solidaria y apasionada en cada momento ordinario de su vida marital, es la mujer fiel que todo hombre quisiera tener, sí “tener”, como posesión absoluta que atiborran sus inseguridades.

La mujer sureña es pícara y sensual casi al descuido, que irradia conquista a pesar de la timidez que procura ocultar. Astuta, valiente y perspicaz, forjadora de ilusiones aun viviendo sus mas claras realidades, quien prefiere ocultar el dolor antes que causarlo.

Es aquella que llena de cicatrices, sonríe, se ilumina y se crece por las batallas ganadas, las luchas conquistadas y por todas las que en adición le llegaran.

Bajo este cuerpo de batallas he de declararme culpable por la generalidad de esta descripción, pero es que son escasas las que se cuentan como excepción, y es que estas líneas no corresponden a un análisis profesional, tan solo a mi juicio y consideración. Agrego a mi culpa la inmodestia que hoy desprendo y aunque no aspiro a su perdón, se que tendré de ustedes muestra de comprensión; y es que quien escribe estas letras es una mujer sureña de raigón.

Fuente:purosjaraguensesvj.multiply.com
publicado en jaquimeyesenlared.com

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