miércoles, 19 de enero de 2011

EL AMOR ES IMPERECEDERO


Me transporto al pasado cuando la energía aun invadía mi cuerpo, de aquella juventud que vivía aferrada al destino infame que alguna vez desdobla el físico radiante que con tanta vanidad se enarbola al aire.

Al observarte busco la luz que una vez iluminó la lujuria que encendió la pasión con que logré conquistarte, pero al abrir los ojos de la realidad me doy cuenta que la madurez marchitó la imagen que tantas veces obligo a muchos mirarte.

Cuantas pasiones usadas en el inmenso bosque de tu cuerpo, cuantos fluidos derramados en el extenso océano de tu interior.

Fueron tus besos como narcótico natural que embriagaron mis pensamientos hasta llevarlo a ser fundido en la cálida ternura de tus fuertes abrazos.

Recuerdo esas caricias que muchas veces hicieron que nos eleváramos al cielo jugando y tocando la refurgente luna, iluminando el lívido deseo de dos cuerpos que se funden para la vida.

Deseos que reeditan el inmenso placer de permanecer al lado de la que una vez deshizo corazones y encendió la llama de muchos sueños perversos. Pero ahora cuando lluvias de nieve copan mi cabeza y el transitar del tiempo surcan mi piel es cuando entiendo porque debo agradecer a Dios el habernos encontrado.

Al observar los frutos que alguna vez juramos concebir, miro el vivo retrato de esa hermosa y joven doncella que orgullosamente logre conquistar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario