miércoles, 23 de octubre de 2013

Una lucha interminable

Orlando Gil
orlandogil@claro.net.do/@orlandogildice
REFUERZO.- El cambio de actitud, la mudanza de ánimo, existen, pero habrá que reforzar a una y a otro. La opinión pública nacional estaba cautiva por los defensores de los haitianos y ahora tendrá que abrirse y compartir los escenarios con los protectores de la nacionalidad. La dualidad, la indefinición, el punto muerto, llegó a su fin. Como dicen en la calle: O tó toros, o tó vacas. El foro del pasado fin de semana fue una experiencia aleccionadora: No hay una sola tendencia, o en ese caso, su dominio no es absoluto. Se puede disputar el espacio, solo hay que hacerlo a su manera. Si la solución se logra con histeria, como fue la reacción a la sentencia del Tribunal Constitucional, que sea de lado y lado. Ya se vio con las mujeres, y sobre todo con las extranjeras: tuvieron que taparse las enaguas y abandonar el salón, y no solo por la pieza (Toño Rosario diría: tá cruzao, tá cruzao), sino por el baile equivocado. Todo se resuelve con no dejarse dar, y de ser posible, irse alante y golpear dos veces. Cosa que se aprendió desde muchacho y en la escuela: “Quien da alante da dos veces”...

LOS ESCENARIOS.- El gobierno por su lado puede ser frío y calculador, pues los asuntos de Estado se manejan con prudencia, con cautela, con inteligencia. Haití no entiende eso, pues su canciller anda haciendo lo indebido. No busca solidaridad para sus connacionales que viven ilegalmente en República Dominicana, y no podría hacerlo, ya que cada Estado es libre de tomar las medidas que considere pertinentes. Lo suyo es sembrar intrigas en las islas de los alrededores, creyendo que un cerco caribeño puede disuadir las políticas oficiales. Sorprendió a su homóloga de Barbados y consiguió coro en el CARICOM. No hay dudas de que otras voces se unirán, y entre ellas vale adelantar los países del África, que sienten que tienen un origen común.  De ahí que sea conveniente que los nuevos agrupamientos se manifiesten por todos los medios posibles, de manera que las autoridades sepan que no están luchando a solas. Que mientras dan la cara afuera, aquí se mantiene a rayas a los traficantes de la nacionalidad...
CONSECUENCIAS.- Aunque debe decirse que la entereza será necesaria en uno y otro escenario: el nacional y el internacional. Las consecuencias originadas afuera no se conocen, pero vale recordar que no todos los protocolos se firman y que hay naciones del área que no aceptan hasta el momento la autoridad de la  Corte Interamericana de los Derechos Humanos. La que juzga a República Dominicana a cada rato y ante la que --se supone-- recurrirán los afectados. Incluso, no puede perderse de vista que ese movimiento de denuncia a nivel mundial tiene un objetivo inmediato: impedir que el gobierno dominicano tome o aplique las medidas a que obliga el fallo del Constitucional. La sentencia es sentencia, pero solo crea el marco jurídico. Ahora faltan leyes y decisiones administrativas que completen el panorama y establezcan un nuevo orden en el ámbito de la nacionalidad. Con la reunión del Consejo Nacional de Migración se sabrá por dónde vienen los tiros...
LOS FILORIOS.-  Internamente no hay nada que temer que no sean los desafueros verbales de los núcleos de apoyo a los haitianos que pretenden la nacionalidad. Acusarán de racistas, de xenófobos, etc. a los sectores o personas que resistan sus propósitos. Pero es bueno saber que tampoco eso es nuevo. Que Juan Pablo Duarte y los suyos fueron víctimas en su tiempo de iguales oprobios. Los santanistas les llamaban “filorios”. José María Serra atribuye el mote a la inclinación de los trinitarios por la filosofía. En alusión a filósofos --en son de burlañ les decían “filorios”.  Aunque también recuerda que los propios trinitarios llevaban una flor blanca en el ojal de la solapa izquierda del saco y que popularmente era conocida como “filoria”. Es más, al producirse el contragolpe militar del 13 de julio, y al leerse la proclama de Santana frente al palacio de gobierno, hubo entre los presentes que vocearon: “Abajo los filorios”. El agravio es viejo, como lo es la lucha, que por lo visto es interminable...

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