A LAS BASES.- El Tribunal Constitucional, al margen de los méritos de su fallo sobre la nacionalidad dominicana, logró lo que pocas veces los órganos públicos: adentrarse en la consideración de la población. Se conoce de muchas sentencias sobre los órdenes más diversos, pero todas quedaban como materia propia de especialistas. Aun cuando imponía su autoridad. Ahora, aunque el lenguaje sea impropio, “bajó a las bases”. El tema era sensible y se hacía imperativa una definición más acabada. No podía seguirse con el can del Palito de Coco, pues las confusiones, equivocaciones y deslices eran por falta de un marco adecuado. Había un relajo, y con relajos no puede lograrse ñnunca-- institucionalidad. Nada es perfecto, ni siquiera la creación del mundo, y todos los partos son dolorosos. Ahora por lo menos se tiene una base sobre la cual partir. El caso de suplantación presentado en video en una audiencia en México, es bastante revelador. No todo el que se diga dominicano tiene en verdad y ley dicha condición...
Orlando Gil
EL ”RGANO.- El controvertido fallo del Tribunal Constitucional tiene entre las virtudes de gestión propia haberse librado de la sospecha de responder como toda alta corte a un solo interés. Cada decisión de la Suprema Corte de Justicia tiene un nombre, y por igual de la Junta Central Electoral y el Tribunal Superior Electoral: Leonel Fernández, en cuyo gobierno y por mandato de su Constitución fueron conformados. El TC no podía ser la excepción, también corría la misma suerte. Sin embargo, la decisión tomada respecto a la nacionalidad dominicana lo coloca por encima de ese supuesto fervor. Fernández dio la cara rápidamente y lo hizo a favor de la sentencia, por lo meno en cuanto a forma. Pues se sabe que nunca hubiera propuesto una salida de tanta dignidad. Lo dije hace mucho y lo repito: Fernández era incapaz como gobernante de actuar con la firmeza debida, pues ñen el fondoñ se veía como un inmigrante. El Nueva York Chiquito, más que una consigna, era un estado del alma...
LAS REACCIONES.- Esa ojeriza al órgano pesó mucho en las primeras reacciones, en especial en los ataques de orden personal a algunos de sus miembros. Del presidente del Tribunal Constitucional, Milton Ray Guevara, se dijo que era impensable que favoreciera esa decisión por su condición de “cocolo”. Esto es, de origen extranjero. E igualmente de Jottin Cury, por ser descendiente de árabe. El sustento jurídico no importó, sino la descalificación, como ocurre siempre en el debate nacional. Las redes se dieron gusto, aun cuando era obvio que los usuarios no sabían de qué hablaban. No conocían de la sentencia más que la reseña de los medios, que tampoco fueron al fondo. El fallo era contra los haitianos, y ya. Fue esa mentira repetida muchas veces la que transformó el ánimo de los legos. Las redes se descarriaron, y lo hicieron porque no tenían maquinista, o era descuidado como el español de la tragedia, y fue la calle la que hizo la tarea de corregir una situación que era injusta. El discurso cambió de onda...
PRUDENCIA.- Resulta más que curiosa, preocupante, la actitud del universo político dominicano frente al fallo del TC. La costumbre es que los políticos opinen de todo, y como no saben de nada, se vayan de cabeza y choquen con todo lo que encuentren a su paso, pues al final de cuenta lo suyo es figurar en los medios. Sin embargo, no. Hipólito Mejía dio foul al asociarlo al destino de la nacionalidad de José Francisco Peña Gómez, que no estaba sobre el tapete. Luis Abinader dio una línea a uno de los laterales de las gradas, pero igual fuera de juego. Los reformistas, entre posposiciones e incapacidad de relevo, dejan la pelota encima del guante. De los peledeístas habló Fernández, que es el presidente del partido, y también Reinaldo Pared, que es secretario general, pero en las redes circula una nota de la diputada Minou Tavares en que indaga la posición del PLD. ¿Entonces qué, cincuenta centavos o medio peso? ¿Prudencia con quién, con el dominicano o el haitiano? Con los dos...
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