COMPROBADO.- Uno se pasa la vida adelantando, advirtiendo y previniendo situaciones, y le hacen el caso del mico, y a poco lo dicho se convierte en profecía, como si fuera expresión de la santa palabra. Con la canallada que le hizo al presidente Danilo Medina un pequeño, casi ínfimo, grupo de mujeres, incluyendo extranjeras, se comprueba que la nobleza no siempre paga. Si hay una autoridad comprensiva con los potenciales o posibles efectos de la sentencia del Tribunal Constitucional, ese es el presidente Medina. Pudo haberles dado con las puertas en las narices a los afectados directamente o a los representantes de organismos internacionales, o colocarse a distancia señalando desde el primer momento la independencia de las cortes. Pero no, fue decente, fue cortés, y le correspondieron con rabia, como si el Ejecutivo y no el Constitucional fuera responsable del fallo. Como el alacrán del conocido cuento, los defensores a ultranza de la causa de los haitianos que se creen dominicanos no pudieron negar su naturaleza alevosa...
LAS ACTITUDES.- Lo interesante del caso es que contrario a lo que se dice, de que la causa de los haitianos cuenta con el apoyo de sectores diversos de la población, las defensoras de ocasión no fueran suficientes y tuvieran que buscar refuerzos en extranjeras. No sé cuantas mujeres se solidarizan con la actitud altiva de Consuelo Despradel y Zoila Martínez, que se tomaron la afrenta para sí, pero no hay dudas de que ñcomo escribiera José Martí-en ellas estuvo “el decoro de muchos hombres”. Lo lamentable es que las autoridades no actuaran en consecuencia, pues lo que mandaba la circunstancia era que la peruana que se hizo notoria por su insolencia, fuera llevada al aeropuerto y devuelta a su país. En Perú tienen que haber muchas causas necesitadas de su disposición de lucha. Incluso, podría asumir entre los suyos la consigna de “Haití somos todas”, puesto que por estas tierras no tendrá mucho éxito. Hay dominicanas notables que no la asumen y desde ya reniegan públicamente...
EL PROBLEMA.- El incidente en la actividad de Cepal no fue casual, y la displicencia de las autoridades hace pensar que más adelante se repetirá. El problema no es la audacia del sector, sino que las mayorías nacionales se acobardan, se recogen y dejan que los desaprensivos se salgan con las suyas. ¿Por qué nadie intenta contra el TC, que fue que dio el fallo? Como es jurídico, legal y de rango constitucional, se considera un camino cerrado. Buscan la vuelta política, puesto que si no se puede entrar por la puerta de la calle, tal vez por la del patio, incluso brincando empalizadas. El presidente Medina, por tanto, tiene que pensarlo bien, y no meterse en camisa de once varas, solo por complacer a núcleos que no representan el sentir de la nación, y que ñademás- recurren a celadas. El escenario, como era un acto de Cepal, no podía considerarse propiamente nacional. Estaba dispuesto hacia fuera, y por tanto, era obligado que sus incidencias fueran reseñadas por las agencias de prensa internacional...
LA INTENCION. El tiro pudo haberles salido por la culata al grupo de mujeres, ante el sorpresivo enfrentamiento con Despradel y Martínez, pero la verdad que no. El incidente, aunque ese no era el propósito inicial, promueve la falsa imagen de que estamos divididos en partes iguales a favor y en contra del fallo del TC. Que los hombres por un lado, que las mujeres por el otro, y que no se pierde ocasión, ya no de debatir el tema de la nacionalidad, sino de pelear a campo abierto como en la reunión de Cepal. Desde fuera, donde se conocen las raíces o las implicaciones del problema, se verá diferente que internamente. ¿Cuántas mujeres asumen la consigna “Haití somos todas”? De seguro que muy pocas. Si se piensa en los rangos, el pronunciamiento de Milagros Ortiz dice mucho y vale más, pues se trata de una persona en desacuerdo con la sentencia. Dicen que lo poco hasta Dios lo ve, y con más razón si es todo. Al creativo se le fue la mano y las mujeres se excedieron en solidaridad...
No hay comentarios:
Publicar un comentario