Sumido en recuerdos asoman a mis pensamientos aquellos momentos donde juntos solíamos recorrer tanto tu infancia como la mía, yo me envolvía en tus historias donde mi cuerpo y mi mente vivía tus momentos felices de juegos infantiles, travesuras y vivencias. El brillo de tus ojos iluminaba tu rostro.
El humo del caliente café hacían juego con tus cabellos cortos y revueltos, entre risas y recuentos la tarde iba caminando lentamente como si no quisiera marcharse para no perderse ni un solo sonido de tu voz. Juntos disfrutáramos cada tarde sin importar que día fuera de la semana.
Desde mi infancia siempre estuve presente en tu mente, sin importar la distancia, de alguna manera me llegaban tus mensajes de amor, de afectos y de buenos deseos, siempre me sentiste como el ultimo de tus entrañas al que tenia que dedicar el tiempo y la protección que no pudiste con los primeros.
Cuando por circunstancia de la vida llego el momento de que las semilla debía hechar raíces, pude ver como difrutaste ese memento como si fueras tu la que lo hacías, en cada momento de esa noche el brillo de tu rostro iluminaba mi alma.
Dos días de la semana no podían pasar sin que no nos comunicaramos, tu voz suave, dulce y reconfortante se escuchaba preguntándome cuando te iba a visitar, y sin dejar de preguntarme como me sentía, siempre pendiente, esa voz que oigo como si estuviera presente, cuando me preguntabas por las porroñas.
No he podido apartarte de mi mente, aquel café de la tarde que compartíamos con tanto placer, y peleando con la tarde para que no dejara entrar la noche. Siempre estarás presente en mi, fuiste mi protectora y guia, la que sembró ilusión y deseos de mi vivir, se que estas en un lugar de angeles.
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