miércoles, 8 de mayo de 2013

BARAHONA, UN PUEBLO QUE ENVEJECE Y RENACE...

Por José Gómez Nin
Con poco más de veinticuatro horas en mi pueblo azul, Santa Cruz de Barahona, me reencuentro en plena cabecera con sus solares yermos cortejando casitas que, desde su fundación  se tornan inclinadas, desvencijadas y sujetas a sus horcones centenarios que reverencian al visitante con el discurrir de su tiempo. Las mansiones en madera, aún erguidas, aunque lúgubres y añejas, nos hablan de amores perdidos en los sueños de la vida, y nos encontramos inmersos en un túnel lacónico.

Al recorrer sus campos, observo el avance infraestructural de un Jaquimeyes que, de antaño, nos muestra su idiosincrasia de fe. Hombres laboriosos renegridos de sol, arena y sudor, y mujeres que llevan el encanto en su sonrisa cuando buscan con ansias alejarse de la cotidianidad que les ofrece perenne el Yaque, las guazimas y quenepas, como valores que añoran cuando entonces pierden.

La falta de brillo en sus hábitat se acrecienta en la medida que el terruño de agua y arena va remozándose con las acciones positivas de la comunidad y el Estado. Se ensombrecen, pero con ello nos tocan el corazón y los sentidos; las alturas opacan los pequeños campanarios, pero, los mismos están allí, junto con los bohìos de tablas de palma, pintadas, y sus cocinas de tejamanil que nos dejan el tizne y olor a humo en noches furtivas de amor.

Descubrí en este viaje maravilloso, y nunca es tarde si bien intencionados somos, que mis huellas llegaron profundas, que, sin proponèrmelo ni ufanarme de una vida como agua en escorrentías  pude producir amor y con este, involuntario resentimiento. Es casi siempre la ignorancia atrevida, y nunca está demás la prudencia que evita las sensibilidades insospechadas. Por eso, bienvenido el dolor por prudencia e ignorancia dentro de los caminos sinuosos a caballo lobo y fuera de control, como todo hombre de la vida. 

Pero en ese recorrido, por demás exquisito y esperanzador, Jesús me hablómanifestó conocerme, destacando inclusive mis veleidades pasadas, pero ponderó con la gloria y la honra que le caracterizan, mi conciencia limpia, mi espontaneidad bien intencionada y prístina  sin pretensiones, con quien más necesita de mi afecto filial, amigos o desconocidos, pero, sobre todo, con mis congéneres  Por ello, prometió Jesús premiarme; dijo me pondría en el camino de volver a pisar esas huellas interesantes que hablan de consanguinidad, para resarcir heridas que ignoraba existen, y para que mi corazón lata con la fuerza que siempre ha latido por la felicidad de mis hijos y nietos....

¡Me gustó ese viaje a mi natal Barahona, que envejece y renace en mi...!!!!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario