jueves, 28 de noviembre de 2013

De verdad, nos tienen de mojiganga

listindiario.com.do
Haití está faltando a la seriedad, muy a menudo, en sus tratos diplomáticos con República Dominicana.
Parece que ha descubierto alguna ventaja al tomarnos de mojiganga en el manejo de asuntos bilaterales de cierta relevancia, como acaba de ocurrir ahora.
Tras la firma de un documento oficial que instituye la vía del diálogo para dilucidar toda controversia relacionada con la aplicación de la sentencia del Tribunal Constitucional acerca de la nacionalidad dominicana, la Cancillería haitiana se destapa con una declaración que lo niega todo.
El acuerdo fue ese: priorizar el diálogo bilateral, pero Haití siguió jugando con sus cartas marcadas y alentó diplomáticamente a sus socios del Caricom a tomar la decisión de cerrar las puertas del ingreso dominicano a ese esquema integracionista como represalia por la sentencia del TC.
Lo ha hecho en el momento en que nuestro país ha puesto en marcha un proceso para regularizar a los extranjeros indocumentados, que beneficiará más que nada a los haitianos con un procedimiento especial (excepcional, si se quiere) de naturalización, como otra demostración más de que no le animan propósitos contrarios al debido respeto de los derechos humanos.
Pero Haití no parece darle el carácter de formalidad y seriedad a los compromisos que ha asumido con nuestro país, ya que un día dice una cosa y al otro dice hace otra. Como ocurrió cuando propaló al mundo la mentira de que aquí había rebrotado la gripe aviar AH1N1 y sobre esa base suspendió las importaciones de huevos y aves.
Estas actitudes, que parecen destilar mala fe, dañan profundamente el clima de buena vecindad y de cooperación mutua, porque nos quieren presentar ante el mundo como propensos a la discriminación y al racismo, pasando por alto la realidad de que millares de sus ciudadanos sin papeles viven y trabajan aquí sin las incertidumbres que sienten en su propio país.
Para colmo, es el Caricom el que nos atribuye intención discriminatoria en la sentencia del TC. Esos países del Caricom quieren tanto a Haití que, en los días aciagos post-terremoto, probablemente dieron 100 mil platos de comida caliente a los damnificados todos los días, les llevaron carpas, medicinas, ropas abundantes y otros alimentos; acogieron en sus hospitales a heridos o famélicos haitianos, restablecieron sus comunicaciones telefónicas internacionales y sus madres amamantaron a niños huérfanos de la tragedia.
Fueron esos mismos países del Caricom, que ahora nos acusan de discriminación, los que probablemente han abierto sus puertas a más de 500 mil haitianos sin papeles para que sobrevivan sin mayores sobresaltos en sus islas, permitiéndoles estudiar en sus escuelas y universidades y abriéndoles las puertas para su definitiva legalización y naturalización.
Sólo porque somos pacientes, prudentes, decentes, respetuosos y concesivos es que cualquiera se atreve a tomarnos de relajo, nos pisotea y nos desacredita y encima de todo nos echa la culpa de todas las desgracias que padecen Haití y los haitianos.
Esa es la decepcionante realidad que estamos viviendo ahora.

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