Las creencias son argumentos producidos por acontecimientos que no tienen explicaciones, muchas veces, en la sociedades donde prevalece la ignorancia, sustentados por normas que buscan controlar la conductas de ciertos individuos que se mantienen rebeldes. Y solo se pueden controlar con historias sobrenaturales.
Las necesidades y la forma de vida de nuestros ancestros en aquellos tiempos, mantenían el respeto y la reverencia a familias que con trabajos, dedicación y control de sus bienes podían obtener mejor calidad de vida que los demás. Pero para muchos, esto no era posible, el hecho de aumentar los bienes, lograr mejores productos y mas beneficios no tenían explicación lógica, era algo anormal.
Cuando alguna persona en un pueblo cualquiera de nuestra región podía presentar abundancias de bienes, era porque había hecho algún tipo de compromiso con el enemigo malo, y los incrédulos tejían un mundo de fantasías que cualquiera quedaba perplejo.
Uno de esos compromisos era adquirir una especie de espíritu representado por un becerro, un toro, un perro, una gallina etc., donde el mismo le garantizaba riquezas y buena fortuna sobre los demás, logros adquiridos por la garantía de entregar al "espíritu malo" un hijo, un sobrino o su propia esposa. A este fenómeno sobrenatural y representante del "enemigo malo" era llamado por los creyentes como "Vacá", animal o ave que podía pasar por desapercibido por la mayoría, por ser tranquilo y manso.
El dueño del "Vacá" era una persona prospera, con varias mujeres e hijos, donde sus bienes eran notorios; pero si esta persona no cumplía con el compromiso acordado sus bienes empezaban a mermar, su apariencia iba en deterioro, su salud se iba desmoronando a nivel de caer en cama hasta llegar a ser un despojo humano.
Según se decía, cuando el dueño del "Vacá" moría, sus bienes al igual también desaparecían, porque el compromiso era exclusivamente con el y nada mas.
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