A base de estiércol y lodo estas casas eran empañetadas sobre un almazón de madera y tabizque, para después darle color con la cal viva y polvo de mosaico. Sus pisos eran nivelados con un pizón fabricado de un pedazo de tronco cortado de forma cuadrada, y a base de polvorear cal y agua se conseguía la forma del endurecido piso. En sus paredes no habia espacio para que la luz filtrara, tal vez por alguna endidura de sus defolmadas ventanas. Una cocinita fabricada con pequeños jolcones y forrado con penca de cocos, asi como el habitual fogon de tres piedras, y encendido por leña en el desnivelado suelo era el inicio de la mañanita donde a bolbollones jervia el cafe en esa latica forrada por el tizne producido del constante humo y los pequeños grumos de cafe deslizado por su oculta hojalata, asi mismo el colador vallo por el calor constante del negrito cafe al pasar por su tela y esperar la proxima colada para vertir su borra exprimida por el calor del agua hirviente.
Era hermoso ver al compadre que montado en su caballo, burro o mulo se desmontaba bien tempranito en la mañana a probar ese sorbito de café en el jarrito de salsa, de aluminio o el fabricado por hojalateros, siempre respetuoso de quitarse el sombrero para dar los buenos días y bendecir el "sión tío" o "sión padrino" del muchacho que sentado frente al fuego aminoraba el frio mañanero.
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