La ley consuetudinaria es la ley de la costumbre. Sobre todo, cuando ésta es ancestral. Las fiestas patronales de todas las comunidades del mundo, como su nombre lo indica, están dedicadas a sus patrones. Indivìduos que dejaron reglas claras en comuniòn con el acervo cultural existente en cada sociedad. Es la iglesia oficial la que desde los confines de la costumbre, daba el caràcter ortodoxo o beatificaba a muchos de los hoy patrones en el mundo. Claro està, que màs de quinientos años despuès, es que nuestra iglesia catòlica ha ido comprendiendo el caràcter, rebelde en aquellos tiempos, de doctores en teologìa que, como Martìn Lutero, fueron quemados en la hoguera por orden de la ``Santa Inquisiciòn``, por el empeño de aplicar la lògica en el manifiesto de la fe cristiana. Pocos sacerdotes hoy, incluyendo al Papa, justifican ese fenòmeno de poder argumentando que, de alguna manera, el hombre tenìa que experimentar un modo de autoridad que lo controle. Pero la mayorìa, en nuestros tiempos, caminan de mano con los intereses y las costumbres sanas de la comunidad, que son sus propios intereses.
La figura del Sagrado Corazòn de Jesùs, siempre ha sido considerada implìcita. En este caso, y abocada como patròn, nunca ha sido necesaria su beatificaciòn, pues Jesùs es el santo por excelencia, que solo èl, y por mandato del Dios supremo, es el Dios hecho hombre.
Jaquimeyes tiene el privilegio de contar con un patròn atìpico, que naciò con la deidad de ser el hijo de Dios, al que alabamos y glorificamos en toda fecha. Ahora bien, todos los pueblos son soberanos a la hora de elegir un dìa para congregarse, de unirse en alegrìa esbozando el sìmbolo religioso o cultural que le distingue, en este caso el día de nuestro patròn, el cual dirìa que es el patròn del mundo, el Sagrado Corazòn de Jesùs. Iglesia y comunidad deben estar contestes en la celebraciòn de ese dìa, la primera, conservando sus lineamientos canònicos, ortodoxos, si se quiere, y, la segunda, manteniendo los principios elementales de las buenas costumbres... Lo ideal es que ambas instituciones, Iglesia y Comunidad, vayan de la mano. Pero, de no ser posible, se mantenga la concordia y la màs cordial comunicaciòn que beneficie a todos. Que el pueblo de Jaquimeyes se goce en su fiesta, que disfrute bajo las normas y conceptos màs arriba expresados, y que la uniòn de su gente avive la fe cristiana, sin caer en los excesos del vino multiplicado por Dios en las bodas de Canaàn...
Que nuestro Ayuntamiento, que es fenòmeno aùn reciente en el devenir de ese terruño, legisle a favor de la cultura, que significa ``Modo de Vida``, sin que necesariamente dicha ley municipal tenga que estar divorciada de otros cànones, pues la interrelaciòn de esos dos sectores, tanto el religioso como el cultural en la sociedad que se trata, no le quita a ninguno su soberanìa e independencia. Abrazos.
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