martes, 3 de mayo de 2011

COSAS QUE PASAN A LOS HUMANOS

Los seres humanos se distinguen de las demás especies por su capacidad de creatividad y la facilidad de convertir el medio para vivir con mejores condiciones, además de sacar provecho a cualquier objeto. Con el tiempo ha sabido transformar y aprovechar lo que existe en la naturaleza.

Los pantalones de vestir eran asegurado con botones hasta que apareció un genio e invento la cremallera, pero esta cremallera tuvo la desgracia que al inicio de su uso, a muchos hombres y muchachos puso a sudar frió, y hasta a enseñar sus pares de lágrimas, cuando un ser humano masculino, después de bañarse, al vestirse o ir al tronco de una mata a orinar que luego se apresuraba a subirse el ziper, este en vez de aprisionar la costura de la guebera, le aprisionaba la punta del pene, era la de morirse porque ni para arriba ni para abajo, como quiera era el mismo demonio; alguien quería ayudarte, pero lo que quería era matarlo cuando te ponía la mano.

El problema radicaba que los pantaloncillos en esos tiempos eran mangas larga y de botones algunos o sin nada, donde algunos de ellos obtentaban la famosa marca de "arina primavera", tenían la desventaja de que al tener la ventana sin protección se te salia y cuando ibas a subir el ziper, para tu desgracia la punta salia.

Otro gran invento lo fue el tirapiedra, cuando la goma estaba cansada o era mala y tu le apuntabas a un carpintero estericando bien la goma para no fallar, y por mano del diablo la goma se partía, esta iba directo a tu cara, ahí mismo se te olvidaba la cacería y te iba chispeando para tu casa, y solo se oía a tu mamá decir -!"muchacho que te paso"!. Otras de las vainas que te pasaban era cuando estabas aprendiendo a usar el tirapiedras, al estericarlos y por la poca experiencia no tenias fuerza en la muñeca, se te zafaba, pobre de tu pecho, porque la jorqueta ahí directo era que iba a frenar.

Otra vaina del modernismo fueron los carros, cuando por primera vez y varias veces empezaste a subir en un carro para trasladarte a la Capital o a Barahona, cuando te montabas y te olvidaba que no era un caballo o un burro y no quitaba la mano, "el diablazo" solo sentía el calambre en el corazón, y muchas veces botaba la uña.

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