martes, 19 de abril de 2011

EN AQUELLOS TIEMPOS CUANDO LA SANTA ERA LA SEMANA

Los de aquí empezaban a limpiar la casa, a recoger los escombros tirados en el patio, a quemar la basura por una parte, por otra parte estaban pendientes a las mujeres de Peñón que vendían Viejaca o si la gente de Julían Cuello, de Timón y otros que para esta época se tiraban a la laguna porque la semana era propicia para hacer un dinerito, habían pecado, los muchachos eran enviados a buscar leñas por el Salao, así como el esposo se encargaba de tumbar los cocos secos y los víveres. También había que estar pendiente de quien estaba vendiendo batatas, en cualquier caso era necesario ir a Fundación porque alguien allá había sembrado, también se tenia que ubicar las personas que ordeñaban, la leche de vaca era necesaria en las habichuelas.

Las habichuelas se limpiaban para ganar tiempo, las tinajas se revisaban y se llenaba de agua, así como los cambumbos o los tanques, eran necesarios para cuando vengan los familiares de la capital o de otras partes del interior, no pasen trabajo.

Era una semana de placer, pues la familia que tenia mucho que no se juntaba ahora iba compartir, es la Semana Santa.

Los de allá estaban pendiente de dejar todo en orden y ver como dejaban la casa, pues en la capital los ladrones acechan para meterse en tu hogar, los hijos desde el lunes estaban de vacaciones y esperaban con ansia el ir al campo a disfrutar de esa semana, se tenia que preparar la maleta con los ajuares de ese feriado, comprar el regalo para la madre, el hermano, el primo, el tío o el amigo y algún dinerito que había juntado para disfrutar.

Entre tanto los muchachos estaban pendientes en hacer sus tirapiedras o las canastas, a los primos de la capital les gustan ir de cacería, buscar mangos y beber coco de agua.

Después de las doce del medio día del Jueves en cualquier momento empezaban a llegar en sus vehículos o en los carros del transporte, esa tarde era de júbilo tanto para los mayores como para los muchachos, sentarse a conversar, ver los regalos, visitar a los otros familiares, etc.

El viernes era un día de silencio y paz, las emisoras solo tocaban música sacra, en los patios de la casa se podían ver fogones de tres piedras, anafes o fogones con pailas hirviendo, una con moro de habichuela, otra de tilapia con coco y otra con las habichuelas con dulces, en estas faenas estaban las mujeres con sus frentes sudadas y los hombres estaban tranquilos conversando en voz baja debajo de una mata o en una enramada, mientras que los muchachos jugaban en silencio. Al parecer los pájaros entendían el momento de la época, apenas se podía oír el canto de un carpintero en la mata de coco o de kenepa.

En la mañana del Sábado bien tempranito se preparaban los que iban para la playa, otros iban para el monte a cazar, comer mangos, beber agua de cocos y ver la naturaleza. Otros se preparaban para ir a ver al Gaga en Batey Bombita, visitar a Palo Alto, Peñón o Fundación, las personas del pueblo se les veía la felicidad en el rostro, el pueblo estaba en plena algarabía.

Ya para el Domingo los fuetes de las Cachuas despertaban a los durmientes, el sonido del fuete y la bulla de los muchachos corriendo hacia levantarse a los que se acostaron cansado por el trajín de la playa, los tragos y los bailes en la Barra de Lela, era tiempo de ir recorriendo porque a mas tardar a las dos de la tarde se tenia que partir, las despedidas son tristes, pero el trabajo y los estudios estaban esperando, además otra Semana Santa volvería, pero esta se fue cuando repicaron gloria en Cabral.

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