En ``Raìces y Memorias``, de nuestra autorìa, recogemos del capìtulo ``El Viaje a Santiago de los Caballeros``, notas como las siguientes: ``El hombre del cibao, por cultura, rememora como frescos, acontecimientos de muchos años de historia. Detalles sobre la muerte de ``Lilìs``y el gobierno de ``Mon`` Càceres son temas preferidos``, y aùn gravitan en mi memoria, entonces puerìl, de aquel viaje soñador. Entre gûira, tambora y acordeòn, bajo el frondoso árbol centenario de un tamarindo que todavìa se empeña en vivir en el jardín de la casa solariega de mis abuelos paternos, a ritmo de merengue se inspiran los cibaeños: ``Si me vieren a Mon Càceres,/dìganle que digo yo,/que merece una corona/por el perro que matò...``/ Ya mataron a Lilìs,/ya no jode màs Perico,/tamo contento lo pobre,/to el mundo/tambièn lo rico...``. Mientras a coro se contesta: ``¡Ay... pero Mon no se dio cuenta,/y eso lo tenìa que vei,/ que ei generai Lui Tejera,/ese lo querìa jodei...!,/``dicen que el que a jierro mata,/a jierro debe morì,/ a Tejera lo cojone.../se los machacò un ``Quiquì...``.
De inicio, se refieren a Perico Pepìn, general, su lugarteniente de confianza, leal y solidario con su jefe, quien montò en su caballo aquel 26 de julio de 1899,trillando a tiro limpio los caminos a Moca, hasta rescatar el cadàver de Lilìs, aùn bajo la custodia de su tambièn hombre fiel, el legendario general Demetrio Rodríguez, entonces capitán.
Cuando refieren a que un ``Quiquì`` vengò la muerte de Mon Càceres, quien tiempos atràs habìa participado acremente en la muerte de Lilìs, hablan del joven general Alfredo Victoria, preferido por Mon Càceres y su gobierno para recelos y envidia del general Luis Tejera, lo que creò desavenencia de èste contra aquel. Alfredo, era sobrino del influyente senador Eladio Victoria, alias ``don Quiquì``, quien, acèfalo el gobierno, fue impuesto por su sobrino en la primera magistratura del Estado, bautizada como el règimen de ``Los Quiquises``.
Aunque raya en la repeticiòn, el general Luis Tejera, era hijo del intelectual don Emiliano Tejera, a la sazòn Canciller de la Repùblica en el momento del magnicidio. Tejera hijo, no solo resultò muerto por las tropas de Victoria, en combate desigual, sino que tambièn fue vilmente torturado. Cuando a su atormentado padre lo llevan para que reconozca su cadàver, exclamò: ¡``Bien muerto... pero, caramba, mal matado...!``.
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