La vida de nuestros antepasados a finales de los años de 1800 estaba sustentada en los recursos de creatividad y la capacidad de convertir la imaginación en objetos que acomoden la vida de su familia y el medio donde se desarrollaban.
Ya habían pasado varios siglos cuando el hombre dominaba la creación de objetos a base de metales, pero cuando la civilización fué avanzando, muchos se acomodaron hasta que se olvidaron aprender algunos oficios para recurrir a tros medios y asi obtenerlos.
Las casas, algunas construidas con jorquetas, yaguas, palmas y sostenidas con behucos que poco a poco fueron modificando de acuerdos a ideas que venían cuando la necesidad los arropaba. El agua de consumo era almacenada en calabazas que se producía de manera silvestre en los predios, los habían de diferentes tamaños, en una esquina se colocaba una jorqueta de un árbol cualquiera que servía para enganchar algunos utensilios, como los calabazos, objetos de cocina, ropas, etc.
Con jorqueta tipo "Y" se colocaban maderos para fabricar la barbacoa, que era un tipo de mesa que se usaba tanto en la cocina para colocar los trastos, y en un cuartito subsiguiente en la propia cocina para colocar los equipos de trabajo; esta misma barbacoa servía de cama para visitas, ya que estos iban de paso.
Algunos fabricaban del barro, un tipo de tierra arcillosa que endurecía con el fuego, tinajas, calderos para cocinar alimentos, etc.
Cada uno de nuestros siete pobladores tenia la capacidad empírica de crear, tanto se utilizaban los medios a su alcance para acomodar el hogar como para curar ciertas dolencias. En las crecidas del Río Yaque, cuando las aguas venían turbias por la agresividad de sus corrientes, tenían plantas para aclarar el agua y así poder consumirla, lo mismo para una dolencia.
El trueque fue una de su principal actividad para la adquisición de objetos, en el poblado de Las Damas (actualmente Duverge) estaba el mercado, donde los habitantes de toda la región montados en caballos, burros o mulos se concentraban para intercambiar sus mercancías; la manteca de cerdo, de coco, cera, miel, cera, víveres, etc. por esta parte, pero de la parte haitiana se podía conseguir las valiosas cristalerías, telas y objetos que era imposible conseguirlo en la región.
Fue duro para Andres Matos, Gral. Jose Dolores Matos, Valdomero Matos y los demas, dejar la comodidad de su provincia de Azua para entregarse a la dura realidad de estas tierras salvaje, donde la crecientes del Yaque bañaba sus predios, el emjambre de mosquitos martirizaba su paz, el chillar de los grillos y otros insectos encendian las noches oscuras. Pero gracias a ellos hoy existimos como una familia, una raza y un pueblo que orgullosamente pare hombres y mujeres trabajadores y honestas.
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