lunes, 23 de abril de 2012

LO QUE EL TIEMPO NOS DEJO...

Nos remontamos al pasado cuando una vez la energía era parte integrar de nuestra mente y cuerpo, ahora cuando las nieves cobijan nuestra sien, y la piel arrugada como cubierta de acordeón, llegan pensamientos de la hermosa doncella que llenó de placer nuestra indomable juventud, esa juventud que poco a poco se fue alejando para dejarnos tan solo con historias de sueños, conquistas y andanzas.

Aquellos pensamientos que reviven memorias donde la música inconfundible de esa canción prende una luz para que surja la imaginación de la figura radiante de esas bellas beldades cuan muchas veces nos llevaron a perder el sentido del tiempo y del espacio en algún rincón de los bares del momento, cuantas copas vertidas sobre nuestros labios, pensamientos de lujuria y ávido de adulterio aberrante a espalda de aquella a la que juramos ante el altar "hasta que la muerte nos separe".

Esas canciones que nos hacen vibrar y revivir hasta la mas insensibles de nuestras neuronas ya cansadas por el paso de los tiempos, aquellos amores prometidos y perdidos en los años de juventud.

Cuando el insensato y vil espejo refleja nuestro rostro ya cansado, cuando el perfume de la juventud se ha evaporado por el incesante golpeo del paso del tiempo y de esos caminos que al final nos fija el destino.

Solo aflora una débil sonrisa a nuestros labios y nuestras miradas ya sin brillo, de esos tiempos juveniles que ya nos han abandonado fruto del cansancio, que solo sentimos cuando contamos nuestras historias. Es la radio nuestra amiga inseparable que siempre nos acompaña, ella nos hace revivir a cada instante entre canciones y canciones recordándonos que alguna vez fuimos jóvenes, y solo nos satisface el placer inmenso de contar a nuestros nietos las proezas cuando alguna vez fuimos lo que no somos, donde tarareamos "solamente una vez ame la vida", "reloj no marques las horas" o "esta calle al final".

Entre temas y temas, solo nos queda trasladarnos a la realidad virtual de aquellos tiempos, cuando en la época del pecado el mundo solo era nuestro, y podemos de cada narración sacar una historia que los amigos la celebran como cosas de jóvenes indomables del momento, pero es a esa, a quien debemos la solemnidad del techo creado, la que entre recuerdos y recuerdos de copas y faldas, refunfuña frente a nuestros rostros ya cansados, estrujándonos con bravura la realidad del presente.

Cuando el sueño nos vence, nos damos cuenta al despertar que ya son cosas del pasado que viven en los recuerdos, solo la energía que alguna vez habitó nuestros cuerpos se siente en nuestros sueños y pensamientos, y esa dura realidad que nos golpea y nos dice sin rigor que los años "pasan, pesan y pisan".

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