“Y con la resaca a cuestas, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas.”
Así casi termina una canción del cantautor Jhoan Manuel Serrat, ya pasó el festín del derroche, de las poesías inconclusas, de la oferta del paraíso, de las escoltas de ángeles, es hora de poner los pies sobre la tierra, de saber donde nace y termina el sol, de saber cuales son las funciones de nuestras extremidades, de nuestros ojos y boca.
Llegó el momento de convertirnos en uno solo, con un mismo objetivo, un solo coro, un solo director, con la seguridad de saber que queremos y como lo debemos hacer.
Nuestro pueblo necesita de la entrega de sus pobladores, es ahí donde residimos, esa es nuestra patria y nuestra bandera.
Aprendamos a ser grandes, respetemos los reglamentos del partido que nos proyectó y nos preparó para la competencia, pero entendamos que sin pueblo el partido no tiene razón de ser, la maravilla de la democracia es aprender a Inter-actual, a luchar por un objetivo, que al alcanzarlo saber ser humilde y reconocer el mérito tanto del ganador como del perdedor.
Recordemos que no hay ganadores sin perdedores, que los cargos vienen y van, lo único que es estática es la historia. Es ella la que nos premiará y elevará el orgullo de nuestra familia por nuestros logros alcanzados en beneficio de nuestro pueblo.
Los bienes materiales son de la tierra, y en la tierra se quedan, pasando de mano en mano o desvaneciéndose con el tiempo, pero los principios y la moral es herencia de familia y es la que nos permite andar siempre con la frente en alto y mirando adelante sin vergüenza ni odio.
Y termina la canción diciendo “Vamos bajando la cuesta, que arriba en mi calle, se acabó la fiesta.
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