miércoles, 30 de mayo de 2012

30 de Mayo de 1992, ocho de la noche, Salon Independencia Secretaría de las FFAA

Con sus calles polvorientas, unos rayos de sol que queman hasta la epidermis, pero de un cielo iluminado por luna y estrellas brillantes que se mezclaban con los sueños que poco a poco crecían en la mente de aquellos jóvenes adolescentes, quienes mantenían la fijación de que se podía lograr un porvenir mucho mejor mas allá de los años ochenta.

El trayecto a la educación secundaria durante cuatro años, recorrido en la mañana con un tibio sol, pero después del medio día ese mismo sol estaba incandescente, los estómagos vacíos y con la esperanza de tal vez para algunos, poder encontrar algo sobre el fogón que sacie el hambre.

Eramos jóvenes con fe y conscientes de que el sacrificio era la puerta a lograr nuestros objetivos, hacer realidad nuestros sueños. Competíamos y discutíamos temas relacionados con historia, literatura, matemáticas, biología , etc.

Salimos con éxito del bachillerato, muchos con buenas notas, otros mas baja, pero conseguimos el objetivo soñado; la siguiente meta fue la carrera en la universidad, donde para algunos era tarea casi imposible, sin antes saber donde lograríamos vivir. Pensar en una pensión o alquiler donde la mayoría nacimos en hogares muy humildes.

Nos insertamos en diferentes áreas en la vida laboral, empezando desde cero para adquirir experiencia en el desarrollo de nuestras carreras.

Un día como hoy, Adalgiza Matos (Pula) y Yo, contraíamos matrimonio, después de diez anos de amores, donde sentados en cualquier lugar soñábamos con lo que lograríamos juntos, en una casa alquilada iniciamos nuestras vidas juntos como Dios manda.

Dios nos premio con tres rosas, juntos con esfuerzo, dedicación, trabajo, ahorros y respeto logramos comprar nuestra casa, demostrando que con disciplina y humildad los sueños se hacen realidad.

Hoy cumplimos veinte (20) anos de feliz unión matrimonial, agradeciendo a nuestro creador el habernos creado el uno para el otro, y agradecer por esas tres pedazos de nuestra alma, Ada Luisa, Ingrid Massiel y Reyna Mabel.

Mi esposa, aunque quisiera pronunciar a viva voz para decirte cuanto te amo, pero no he aprendido, pero con cada gesto, cada besos, cada abrazo y en cada jocosidad es mi forma de expresarte cuanto te amo, y bendecir por la familia que hemos creado.

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