miércoles, 30 de mayo de 2012

30 DE MAYO DE 1961. ¿DÌA DE LA LIBERTAD...?

Por Jose Gomez Nin (Raíces y Memorias).

``La disciplina sin libertad es tiranìa. La libertad sin disciplina es caos...`` (Cullen Hightower).

Con la intervenciòn militar norteamericana de 1916, se forma la academia militar en Nigua, jurisdicciòn de Haina, como intenciòn de los gringos de dejar un paìs institucionalizado, por lo menos, en cuanto al poder militar se refiere. Con la creaciòn de la Guardia Nacional Dominicana para 1918, convertida luego en Policìa Nacional Dominicana, se van borrando de golpe y porrazo las simientes de un caudillismo y generalato de montonera en tiempos de ``concho primo``. Tiempos en que brillaron por su valor Desiderio Àrias, anarquista por demàs, adentrado ya en las luchas del jimenismo y horacismo (Bolos y Coludos), Demetrio Rodrìguez, Cipriano Bencosme; sin contar con los remanentes de los restauradores que, luego de la refriega patriòtica, se fueron a la manigua, Rojos y Azules, a luchar por el poder polìtico.

Para ese entonces, y montado a caballo, recorrìa los campos cañeros el capataz de las fincas de los Bernardino, allà, en el Este, eficiente y ducho hombre ecuestre que tambièn tuvo el perfil del jefe de seguridad y telegrafista del ingenio Boca Chica, cuando el azùcar de caña era de los norteamericanos y de los perennes Biccini, quienes la industrializaron y modernizaron, mandando a los trapiches a dormir su sueño eterno.

El cabalgador no era, empero, el tìpico patàn que demanda el trajinar del que tiene que defender poderosos intereses de grandes emporios, contra hombres que sudan azùcar con sangre por los poros. Se denotaba su clase, por los genes quizàs, de gran caporal, de hombre de fusta y tolete, con caràcter y capacidad de poner orden donde no habìa. Su ingreso como teniente de la Guardia Nacional Dominicana lo catapulta al poder apenas en doce años de su ingreso, pues su oficialidad acentuaba su don de mando y el potencial que los Estados Unidos, como naciòn imperialista, buscaba, en su propòsito de crear la base de un Estado fuerte, que por lo menos respondiera con los compromisos, de los cuales ellos fueron y son acreedores.

No debemos ahondar demasiado, pues en treinta y un años es mucha el agua y la sangre que corriò debajo de los puentes, pero a Trujillo debemos analizarlo en todo su contexto. A su muerte, sus adversarios, y luego gran parte del pueblo dominicano, entendieron que habìan eliminado a un monstruo. Y es cierto, todas las acciones del Estado-Trujillo, que, sin lugar a duda contribuyeron con el desarrollo y el crecimiento dominicanos, fueron logrados con horca y cuchillo, con el servicio militar obligatorio para disciplinar y evitar la delincuencia comùn y con las condenas de trabajo pùblico forzado en los presidios, donde se destinaban los presos a las difìciles tareas de la agricultura y la ganaderìa, mineria, el trabajo pluvial y bacheo, entre otros; no obstante, este hombre, aparentemente primitivo y cavernario, se codeara bajo su mandato con los màs reputados profesionales, hombres probos y de bien, salidos de las mejores familias y clases, paradòjicamente contrapuesto con eruditos que gobernaron y se hicieron acompañar de elementos de baja estofa, unos, y de dudosa reputaciòn, otros.

El Estado-Trujillo, antes de liberarnos de la deuda externa y de darle el valor intrìnseco a nuestra moneda, la que estaba en exclusividad por encima de las demàs monedas internacionales, 1947-1948, creò las instituciones en sentido general, crecieron las ciencias y las artes, y se formò un Estado eminentemente jurìdico, con sus leyes aùn vigentes y con las condiciones de que en el futuro se pueda regir una democracia real.

Vamos a suponer y aceptar como lògico, para ir en consonancia con los tiempos y que las reglas de juego no me sigan convirtiendo en fòsil andante, que el dìa del magnicidio haya sido declarado ``Dìa de la Libertad``: libertad de delinquir de manera pùblica y privada. Libertad de comprar impunidad para robar y matar. Libertad de prensa para injuriar, ocultar otras veces para cobrar, para manchar honras y herir susceptibilidades, o, para ``crecer``, dentro de un àmbito de sensacionalismo. Libertad de falsificar, de expropiar por poder la propiedad privada, de matar, de comprar la justicia, la conciencia, de hacer lo que hizo Trujillo, pero en su condiciòn màs oscura como ser humano; de comprometer el Estado por ``capacidad de endeudamiento``, de ser indulgente por polìtica o proselitismo, de evadir impuestos, de traficar con drogas, con mujeres y con niños, de violar en todos los sentidos. Es en fin, la libertad del que màs puede, que desplaza al verdadero profesional, al serio, al diligente padre de familia, al que, por naturaleza, està fuera de las reglas de juego de una democracia mìtica y onerosa, una democracia que no se endereza y, por cuya sinuosidad, se mantiene presente el nombre del dictador.  ¡Tremenda libertad...!

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