jueves, 15 de enero de 2015

COSAS QUE QUEDARON ATRAS

Los seres humanos vamos desarrollando nuestras condiciones de vida y conductas, la que transformamos con el surgimiento de nuevas generaciones, que lamentablemente radicalizan sin tomar en cuenta las experiencias de sus progenitores, para transformar en mejores condiciones la formación de las características sociales de cada familia.

Antes de los años sesenta el valor de la familia se media por las condiciones como esta acomodaba sus niveles familiares, el apellido de sus padres eran la tarjeta de presentación de cualquier individuo, este tenia un peso en oro, al saber que era hijo de fulano su presencia era grata en cualquier espacio de la sociedad.

Para esa época y un poco de los setenta, las mujeres eran formada para realizar todas las labores del hogar, el hombre tenia que ser trabajador y ser de una familia de buenos principios, esto daba garantía de tener un hombre responsable.

Cuando la muchacha era también de una familia respetable, varios eran los jóvenes que le visitaban para tener la oportunidad de ser elegido, primero por los padres y luego la muchacha. En algunas ocasiones cuando la joven y el joven sentían mucha atracción, este se vestía de valor para ir a pedir la mano a su padre, a partir de aquí se iniciaba la relación de noviazgo consentido o publico, después del agachao.

Para esa época la relación de noviazgo tenían sus condiciones, la pareja se sentaban en la sala de la casa de la novia, donde sus padres siempre estaban presentes, solo se le permitían estar uno al lado del otro, los besos y la mano muerta eran imposible, cuando al cerrar la noche el novio se despedía de los padres, solo atinaba a tomar la mano de la novia o darle un tímido abrazo bajo la mirada vigilante de sus padres.

Algunos no soportaban el estado de sitio y recurrían a complotarse con la novia y con alguna celestina para huirse por la ventana, cosa que al otro día era el desayuno de la población. Esta osadía obligaba al joven a dar un giro en su vida, pues sus padres le obligaban a tomar una azada y un machete para ir a trabajar, "-si usted quiere ser un hombre, tienes que trabajar".

Eran tiempos difíciles para el morbo masculino, la mujer seria estaba acorazada, tan solo verle la pantorrilla a una muchacha, el joven se veía inducido a una segura maturbación. La mujer usaba primero las pantaletas, que eran unos blumen que cubrían desde la cintura hasta un poco de los muslo, luego venia el refajo, que era una especie de sobre pantaletas que llegaba hasta encima de la rodilla, luego el mediofondo, una farda de tela suave igual al vestido corto que cubría el refajo y por ultimo el vestido que llegaba hasta los tobillos o una falda que también llegaba hasta los tobillos.

Entre los años sesenta y setenta los jóvenes cuando cumplían los diez y seis años, el regalo de los padres era llevarlo a un cabaret o prostíbulo para que una de las meretrices lo inicie, que no toda lo querían hacer porque era un menor y eso era inescrupuloso.

Los jóvenes antes de los diez y ocho años para esa época, no podían entrar a un bar, cabaret o billar, tampoco en ninguna bodega se le despachaba bebidas alcohólicas ni cigarrillos; cuando algún menor osaba hacerle una propuesta de sexo a una prostituta del pueblo, la misma prostituta le daba un par de latazos que se le sumaba con otros de los padres.

Pero si existía una norma entre los jóvenes cuando consentidamente o por la ventana se unían, el muchacho lo primero que pensaba era comprar una cama, esta era para respetar la honra de la joven, luego hacia todos los esfuerzos para construir una casita, ya sea de tejamaní, palma o tabla.

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