A ello se le suma un alarmante incremento de la persecución a los defensores de los derechos humanos, a una y otra orilla, que se dedican a proteger los derechos humanos y a veces hasta la vida de las personas durante el tránsito migratorio.
Las políticas migratorias se desarrollan cada vez más estrechamente A las políticas belicistas de Europa, acercándose peligrosamente a formar parte de la misma cara de la moneda junto al intervencionismo militar y el neocolonialismo y el negocio de armas y de inteligencia militar. El negocio del control fronterizo empieza a parecerse demasiado al negocio de la guerra. El resultado también empieza a parecerse, casi 18.000 muertes en los últimos 5 años.
También como las guerras necesitan cada vez más ser alimentadas por unos discursos de odio, cada vez más asentados entre la clase política, los medios de comunicación y cada vez se extiende en más capas de la sociedad. Un discurso del odio que parece resultar útil en un contexto de crisis sistémica que enfrente a la clase trabajadora, incluidos trabajadores y trabajadoras pobres y desempleados contra quienes llegan huyendo de una guerra o buscando un vida mejor, manteniendo intactos los privilegios de la clase dominante.
En otras épocas no tan lejanas, principios de los 2000 en el caso de España, hemos acogido mucha más inmigración sin que se generase sensación de alarma alguna.
Discursos de odio que por otra parte se están convirtiendo en uno de los pilares fundamentales de la consolidación de movimientos neofacistas en Europa que supondrán un recorte de derechos y libertades que sin duda llegará más allá de las personas migrantes.
Los horribles resultados de la externalización de fronteras
Muere en tu país o arriésgate, intentando llegar a Europa, a morir de sed, ahogado o ser internado en un centro de detención en Libia en denigrantes condiciones de hacinamiento e insalubridad, sometido a humillaciones, tortura, violaciones o incluso asesinado. Esta es la dicotomía que tiene que enfrentar hoy día quien decide o se ve abocado a las migraciones desde África.
También puedes tener aún menos suerte y caer en un centro de detención de los “no oficiales” de las distintas milicias libias, donde el trato y las condiciones de privación de libertad es aún peor y el objetivo es frecuentemente extorsionar a las familias que escuchan telefónicamente los gritos de sus hijos al ser torturados, o ser vendido como un esclavo.
Esta situación es tan dramática que decenas de miles de migrantes se están sometiendo a programas de retorno voluntario gestionados por la Organización Internacional para las Migraciones y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, eso sí pagados por Europa. También los hay que prefieren tirarse al mar y morir ahogados antes de ser disparados o abordados por las patrulleras libias, e incluso una vez rescatados cuando toman conocimiento de que serán desembarcados en Libia.
En otros países como Níger, históricamente centro del tránsito migratorio subsahariano por el Sahel, se han implantado centros de detención ante un mayor control fronterizo y persecución de las personas migrantes, afectando a una economía local tradicionalmente vinculada a este tránsito migratorio y abonando el surgimiento de las mafias de inmigración, tratantes de personas que muchas veces agreden o dejan a su suerte a las migrantes.
La Unión Europea, a través de los gobiernos y los distintos órganos que la representan es la responsable de esta barbarie. Europa ha empezado a condicionar sus relaciones de vecindad y económicas con el continente africano en base a que estos países asuman el control fronterizo y la persecución de las migraciones, ha establecido fondos fiduciarios para áfrica que no son más que condicionar la cooperación y las ayudas económicas a estos países a cambio de que repriman a la población en tránsito o a la suya propia aumentando el control fronterizo y la cooperación en materia de repatriaciones. Estos fondos financian regímenes autoritarios o con pocas garantías democráticas y de respeto a los derechos humanos, en el caso de Turquía hablamos de miles de millones de euros, cientos a Marruecos, en lugar de fomentar la buena gobernanza y las garantías del estado de derecho.
También es la Unión Europea la que a través de la Agencia Europea de Fronteras, antigua FRONTEX, está construyendo una policía única de fronteras y la asunción de competencias para negociar directamente acuerdos bilaterales o multilaterales en materia migratoria. También desarrolla, cada vez más, operaciones de cooperación y formación policial destinadas a la persecución migratoria. Cooperación policial que unido al suministro o venta de material armamentístico o de inteligencia militar y antidisturbios nos hace preguntarnos si la misma no está siendo utilizada para reprimir al pueblo kurdo o a la población rifeña.
Las fronteras de Europa se extienden, hablamos de un primer cinturón fronterizo en los países del sur de Europa, uno segundo en los países de la otra ribera mediterránea, un tercero en el área subsahariana y un cuarto en materia de control y deportaciones con países más lejanos como pueden ser Sudán del Sur, Senegal o Mali o Afganistán.
Acabar con el salvamento marítimo
FRONTEX de manera complementaria a las políticas de externalización del control y vigilancia fronterizo y represión de las migraciones, pretende eliminar el salvamento marítimo europeo dirigido a las personas migrantes. Es lo que plantean a los países del sur de Europa. El caso ejemplificativo de hacia dónde se va es el del Mediterráneo Central.
Especialmente, tras la catástrofe de Lampedusa en la que tras el naufragio de una embarcación se ahogaron cerca del millar de personas entre ella muchos niños y niñas, estableció una operación pública de rescate. Este fue sustituido por un operativo de control y vigilancia fronteriza. Tras ello las labores de rescate comenzaron a desarrollarlas organizaciones sociales a las que posteriormente se les ha impedido el desembarco en costas italianas primero para posteriormente proceder al secuestro de los barcos de rescate de estas organizaciones.
Paralelamente, a través de un acuerdo bilateral entre Italia y el Gobierno libio, se han financiado patrulleras de “salvamento” libias y libia ha asumido una zona de rescate de hasta 171 millas de sus costas. También diseña FRONTEX un sistema de plataformas de desembarco a ambos lados de la ribera mediterránea, aunque previsible los desembarcos se hagan en la otra (Libia, Marruecos,…), en el mejor de los casos, la otra opción es que no sean rescatados o lo que es peor que se provoque su naufragio, aquí ya poca humanidad queda. Salvini ha venido a rematar, pero digamos que el camino venía allanado por gobiernos de derechas y también por el gobierno de Matteo Renzi.
En España, el Gobierno de Pedro Sánchez que dijo que iba a humanizar la inmigración y empezó con el Aquarius, parece haber decidido abanderar estas políticas de FRONTEX.
No solo ha secuestrado los barcos de Salvamento de Open Armas y el Aita Mari, también ha tomado medidas preocupantes: El impulso de las relaciones y cooperación con Marruecos en materia de salvamento y desembarco, el establecimiento de un mando único en el estrecho ejercido por un Guardia Civil por lo que un servicio civil como era Salvamento Marítimo viene a estar bajo la jerarquía de un militar, también se han apuntado otras medidas que apuntan a cambios operativos que pueden suponer una mayor militarización de este reconocido servicio público, pero también puede llevar su merma o privatización.
No estamos ante una crisis migratoria, estamos ante una crisis moral y de humanidad de nuestros gobiernos, nos jugamos la solidaridad y un servicio público de cuyos trabajadores que hay que estar orgullosos como son los de Salvamento Marítimo.