Hay múltiples definiciones para una cooperativa, la básica la
identifica como el origen de una
organización para resolver situaciones que se
originan dentro de la vida cotidiana de sus creadores, el ahorro; para acumular
fondos dentro de grupos de trabajadores con sueldos deprimidos es casi
imposible.
Ahorrar para conseguir la consecución de un producto dentro del plan
de un cabeza de familia es una norma cultural que se ha creado en el entorno
familiar popular, así nació el “San”, fundamento que ha venido tímidamente a
controlar las cooperativas. Las que realmente pueden cumplir con su rol cuando
su base se estimula dentro de los niveles de ingresos y limites solventes de
sus asociados.
Las cooperativas deben crecer proporcionalmente dentro del límite de
ingresos de quienes las fundaron, ya que estos son los dueños fundadores y
reales, quienes poco a poco pudieran ir escalando niveles de organización e
inversión de sus ingresos familiares, donde la educación, la planificación y el
control de endeudamiento es fundamental y es tarea de la organización ir
orientando y educando sobre el particular.
“Las Cooperativas son empresas”, se escucha repetidamente de boca de
los nuevos dirigentes, este fundamento es el que ha venido a distorsionar la
base estructural de muchas cooperativas, ya que las empresas se proyectan como
instituciones para conseguir beneficios, beneficios que en su mayor proporción
terminan en las manos de quienes hacen de las políticas de estas un negocio
personal, ya que culturalmente sus niveles de gastos y gustos son diferentes a
los que por necesidad fundamentan estas organizaciones.
Las cooperativas tienen sus fundamentos, como lo tienen los sectores
bancarios, las empresas de servicios, etc. Cuando hablamos y orientamos estas
bases como empresas cooperativas, estamos desvirtuando su rol, de organización
para oriental sobre la base del ahorro y el consumo de sus asociados.
Cuando un grupo de empleados forman una cooperativa para crear fondos
y conjuntamente suplir necesidades dentro de su entorno familiar, están
objetivamente cumpliendo con este principio. En el trayecto empiezan a
reorientar su fundamento en aumentar los niveles de ganancias, sin darse cuenta
están socavando la estabilidad familiar de la mayoría de sus fundadores,
aquellos que sus niveles de ingresos se limitan a la proporción original de su
creación, es ahí cuando el chantaje del consumo inicia su creatividad, las
políticas de préstamos y servicios empiezan a cambiar, ofertar mas prestamos,
aumentar los controles, lo que conlleva a aumentar la presión.
Cuando empezamos a tratar las cooperativas como “empresas”, empezamos
a ver a los asociados como clientes, las nuevas ofertas abren el apetito de
consumo, reduciendo así sus niveles de ingresos para suplir las necesidades
diarias en sus hogares. Muchos socios fundadores empiezan a dejar la
cooperativa, al no poder cumplir con la presión de las nuevas políticas de
préstamos y servicios.-