El desarrollo de los pueblos esta
sustentado en la realidad del futuro, tanto en el ámbito familiar, como en el
social; hay muchos criterios que basan su realidad en la formación
del
individuo, las metas y las trayectorias que se hayan forjado en su desarrollo.
Los aportes de las cooperativas en el
presupuesto y los planes sociales de la familia dominicana, es un fomento para
la economía; esos aportes están definidos por los trabajos que hacen sus
dirigentes, esos que han desarrollado una vocación por servir y ser útil por
naturaleza.
Las cooperativas nacen para cumplir
con una necesidad y un compromiso con sus asociados, donde el lucro no debe
tener razón de asomar sus garras entre sus asociados.
Esta debe mantener un crecimiento
circunscrito en el aspecto social, económico y cultural de cada uno de los
miembros que la componen, de nada sirve presentar a la sociedad un cúmulo
novedoso de beneficios, donde sus asociados no tienen la capacidad en sus
ingresos de solventar financiamientos que lesionen la sostenibilidad financiera
de su familia.
El nacimiento de una cooperativa debe
estar ligada a la formación en la cultura del ahorro en primer lugar, y educar
al asociado para que obtenga los productos por una real necesidad personal o
dentro de su hogar. Si nos fundamentamos en estos aspectos, la calidad de vida
de este núcleo social, será sostenible a largo plazo.
Cuando las cooperativas entran en
competencia para obtener grandes beneficios, se inicia una batalla por la
administración de bienes y servicios que ofrecen a sus asociados; ya el
fundamento por lo que fue creada esta institución, pasa a un plano del famoso
“cambio”.
Aumentar la promoción en ofertas y
“nuevos” servicios, aumenta el consumo, lesionando el presupuesto familiar del
socio, como hemos visto en algunas cooperativas.