A finales del año 1877 siete personas llegaron al punto al que hoy y desde esa fecha se le llama Jaquimeyes, zona que contaba y cuenta con un renovable bosque seco, un rico y hermoso mar, una preciosa laguna, un punto de aves migratorias y una loma que albergaba madera y recursos naturales para la subsistencia de varias generaciones.
Los manglares que formaban un cordón, con el que la naturaleza premio a la zona, un filtro para el control de la salinidad que junto al incesante aire que soplaba desde su simiente el esplendoroso mar, el que evitaba que esas bondadosas tierras pierdan el regalo de producir alimentos sanos para aquel que con sus manos prodigiosas la transforman en espacio apto para compartir como una sociedad de seres con principios y conceptos claros de personas razonables y respetuosas.
Lo que para algunos pudo ser una desgracia, para otros era una bendición, las tradicionales crecientes del Yaque majestuoso e indomable, sus aguas vertidas en estas tierras era una especie de suero que magicamente cada ciertas épocas del año recorrían la superficie y se introducían por debajo de su capa vegetal para diluir las cercanas aguas marinas, las que pudieran desplazar el dulce liquido sagrado.
Las aguas que periódicamente se vertían en nuestras tierras, depositaban semillas de arboles frutales, comestibles y otras especies que podían usar en la cotidianidad de sus vidas productivas y familiar, además de abonar la capa vegetal. Era un regalo, las especies de agua dulce se esparcían en varios puntos de la zona, la productividad en las lagunas de Sierra y Rincón, el Desvío, entre otros mantenían la alimentaron de muchos pueblos de la zona.
Las aguas vertidas, solo se estancaban en algunos puntos donde la producción de peces y algunas otras especies se mantenían, pero el desplazamiento era normal, nuestro suelo no acumulaba agua, la dirección
por donde se desplazaba se mantenía, sabiendo todos que los productos dependerían de esto, se respetaba.
Cuando se construye la carretera, esos puntos fueron resaltados, pues se introdujeron tubos y pequeños puentes para salvaguardar nuestras tierras y nuestras casas. El ciclón David y la tormenta Federico dejo daños permanentes en nuestra zona.
La deforestacion en las lomas de San Juan y otras zonas del área no pudieron retener las grandes precipitaciones que provocaron grandes erosiones, y esto dejo varios pies de sedimentos en nuestras tierras; la gran inundación del 48 no dejo estragos de sedimentos, gracias a que las lomas conservaban sus arboles, todavía la fiebre del comercio del carbón estaba en su etapa mas baja.