TIEMPO DE REÍR; TIEMPO DE LLORAR...
¡Hasta siempre, Mamà!!!!!!
Como cuando se enfría el golpe. Comienza el verdadero dolor, que hincha, late; martilla como en el más duro de los robles. En este caso, nos ocupa la muerte de mi madre, Anita Nin, por la cual agradezco a Dios habérmela concedido por tiempo considerable, aunque, mientras más tiempo, más duele, y llega el tiempo debajo del sol, el tiempo del eclesiastès; hoy lloramos, porque con su muerte conjugamos los momentos de amor, de ese cariño meloso que a veces asimilábamos empalagados como niños malcriados; quisiera aprovechar en vida esta experiencia; por amor exonerar a mis hij@s de la pena que hoy siento, que sean fuertes, unidos, sobre todo, al lado de su madre e hij@s, y que cuando me toque partir de este mundo me despidan con alegría, con la fiesta que siempre he pretendido hacer de mi vida, por encima del péndulo que nos saca de ella enseñándonos la tristeza.
Por eso tiendo un ramo de olivo a mis herman@s, pues uno sostiene la carga que puede sostener y ya liviano me estoy sintiendo, sin reservas, pues al lado del olivo, ahí les va uno de rosas.
¡Madre querida!, me despediste sublime; al verme marchar en la víspera me besaste de lejos como niña que le están enseñando a besar; antes, ya habías tomado mi mano derecha, la besaste, luego de acariciarla.
¡Que bonito gesto me llevo ´´May´´!, cuando sonreíste al leerte mi prosa, ´´Jesús en mi Corazón´´, donde alabaste el concepto y la imaginación que tengo sobre el gran maestro, lo que te hizo pensar que algún día, quien suscribe, podría honrar su nombre acrisolado y sacarlo de las influencias ortodoxas; pero me advertiste, que a Jesús, nuestro Dios tangible, hay que aceptarlo y quererlo sin remilgos.
¡Ahora te dejo tranquila!; ¡Sólo un favorcito más!, si te encuentras con mi padre Josè C. Gòmez F., dile cuanto le he extrañado, y cuan orgulloso de que haya sido mi paradigma de moral, ambos cabalgando por esos lares sureños como caporales de postales; que junto a nuestro Jesús, sea tu escudero...